Annoyance: La Naturaleza del Cowboy-Parte II
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Re: Annoyance: La Naturaleza del Cowboy-Parte II
Fantástica historia Lizvet, espero la continuación
Lili- Bruja experimentada
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Re: Annoyance: La Naturaleza del Cowboy-Parte II
La historia me sigue pareciendo fantástica. La verdad que la vida de un verdadero vaquero era muy difícil y de mucho trabajo .
Me encanto la presencia de este personaje Leo Burnett que le ayudo a seguir adelante sin dejarse vencer. Que buena frase, no la conocía .
También espero que realmente todos los vaqueros tuvieran esa honestidad y lealtad a sus conocidos.
Yo me sigo quedando con mi querido Tom.
Muchas gracias y felicidades por estupendos temas Lizvet, mando saludos .
Sherezada- Bruja titulada
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Re: Annoyance: La Naturaleza del Cowboy-Parte II
Y yo también imaginaba que era Anthony que se le aparecio a Tom pero como un ángel me fui por lo sobrenatural!.. Tom escucho "la pequeña y diminuta voz" de Leo Burnett...
Maria Marlene Mendes- Bruja titulada
- Mensajes : 464
Fecha de inscripción : 04/03/2015
Edad : 48
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Re: Annoyance: La Naturaleza del Cowboy-Parte II
woww estoy emocionada, por un momento pense que era Anthony jijijiji pero uuuuu veremos que pasa y que hace Tom!! respecto a los vaqueros, si que la tenian dificil pero su honor siempre en alto, es una lastima que esto ya no se ponga en practica, porque se vivia mas sano. Buenismo tema!
luissid- Sanadora
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Edad : 39
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Annoyance: La Naturaleza del Cowboy-Parte II
DISCLAIMER: Créditos de los personajes pertenecen a Misuki e Igarashi, autoras de Candy Candy. La historia a continuación es de mi autoría, sin fines lucrativos y solo para entretenimiento.
ANNOYANCE
Eran las dos de la mañana y el sonido de la campana que el capataz en jefe tocaba, alertó a Tom que las actividades matutinas estaban por comenzar. Al ser el hijo del dueño, bien podría haber elegido ese día quedarse un rato más y darles el alcance después, sin embargo, nunca había sido de esos que se aprovechaban de la situación porque justamente, detestaba a aquellos que sí lo hacían.
La rutina del vaquero en el día a día no era tan emocionante como siempre había soñado, se la pasaba ocupado de tarea en tarea, una más agotadora que la otra, lo cual hacía que terminase el día muy cansado a pesar que la mayoría de ellas lo forjaba desde su caballo.
Tom, siempre había pensado que ser vaquero era lo mejor que le podía pasar en la vida. Desde pequeño había percibido en su padre, el ejemplo a seguir, la fuerza a imitar, la tenacidad a alcanzar, a jamás darse por vencido. En pocas palabras: Su héroe.
Ahora a sus 19 años, finalmente hubo entendido realmente el significado de aquellas siete letras. Trabajar duro sin temor al peligro la mayor parte del tiempo en el campo, marcando becerros, seleccionando animales para ser vendidos en el mercado, curando y cuidando al ganado de sus depredadores, domando caballos, levantar y reparar cercos, excavar pozos, luchar contra bandidos, etc. eran algunas de las tareas que definían el ser vaquero, quien además no tenía mucho tiempo para la diversión porque era harto difícil, hallar el momento para ello.
Sí, esa era la vida que había escogido desde niño, pero ahora sabía que debía hacer algo cuanto antes si no quería que su hogar si viniese para abajo el día menos pensado y más ahora con la guerra a cuestas.
Desperezándose y vistiendo las ropas que usaba a diario, Tom se dirigió a la caballeriza para ensillar a su caballo y además nutrirlo con avena. Al ver que el animal ya había comido lo suficiente, Tom se dirigió a la cocina para alimentarse como Dios manda ya que era probable que no tuviera oportunidad de probar comida hasta pasadas las 4 de la tarde.
Cuando Tom salió a reunirse con la gente, ya su capataz y los demás obreros estaban preparados para iniciar la jornada.
Los días habían pasado monótonamente uno tras otro desde aquella discusión en la que él había pedido a su padre que le diera permiso para invertir en un negocio que a la larga daría frutos positivos para el rancho, pero como siempre, por milésima vez, su padre le había negado su aprobación.
Furioso y con ganas de dar unos buenos golpes y patadas, Tom recordó como se había dirigido con su caballo a campo traviesa y con whisky en mano sin rumbo conocido hasta que la vista del valle junto al lago Erie le había alertado de la lejanía de su hogar.
*Flashback*
A todo galope y con todas las fuerzas que sus piernas le permitían apresurar al animal, la vista del lago frente a Tom, le sugirió que debía disminuir la velocidad para poder descender y buscar un lugar donde atar a su caballo. Cuando lo hizo, descubrió un roble no muy lejos de allí, por lo que acomodó al animal para luego poder estirarse a sus anchas. Después de beber un trago de whisky directamente del pico de la botella, Tom había gritado a todo pulmón y dado un puñetazo con todas sus fuerzas al roble, haciendo que los huesos de su mano resonasen y a la vez emitiese un bufido de frustración.
-Si sigues así, no serás capaz de trabajar y estoy seguro de que eso no es lo que deseas.- dijo una voz que lo sacó de su momento de desahogo.
Al mirar a todos lados y darse cuenta que no hallaba al dueño de esa voz, Tom gritó nuevamente visiblemente irritado.
-¿Quién rayos te crees? ¿Qué te importa si trabajo o no?
- No me importa, realmente.- respondió el joven riendo.- Pero estás irrumpiendo mi hora de tranquilidad así que…
Entonces Tom se dio cuenta que la voz venía de la parte superior del árbol, por ello alzó el rostro y descubrió a un joven que parecía tener la misma edad que él con una pajilla en la boca. No parecía ser ranchero, eso podía distinguirlo por la calidad de su ropa, sin embargo, tenía un aire distinto al de muchos riquillos que él había conocido.
-Si piensas que me voy a disculpar por interrumpir tu siesta, te equivocas- espetó el guapo vaquero agachándose a la base del árbol para reposar sus piernas.
El silencio fue la única respuesta que recibió por lo que Tom decidió que era mejor llevar su caballo a otra zona libre con el lago como panorama, por lo que comenzó a desatar al equino y caminar hacia el lado contrario.
-¡Espera, amigo!- dijo el desconocido quien presto se había deslizado por el árbol y ahora se hallaba de pie sacudiendo su pantalón antes de dirigirse hacia él.
-¿Qué quieres?- expresó Tom desconfiado de las intenciones de ese tipo.
- Puedes quedarte en este lugar.- indicó el joven seriamente.- Yo ya me tomé más del tiempo necesario y debo regresar a mi trabajo además.
Tom no hizo amagos de contestar e indiferente comenzó a seguir su camino, cuando de pronto sintió que tiraban de la manga de su camisa sobresaltándose por la confianza tomada por ese tipo.
-¿Qué rayos…?.- comenzó a decir, pero se calló al ver como la otra persona levantaba las manos en señal de rendición.
-Sé que no tengo derecho a opinar, amigo.- dijo el joven serenamente.- Pero no puedo evitar notar que estás preocupado, por ello...
-Si piensas que voy a echarme a llorar por mis problemas, espera sentado.- bufó Tom molesto.- Además una “molestia” como tú no puede ser mi amigo.
- No pretendo nada compañero…- repuso el hombre despreocupadamente.- Así que sugiero te tranquilices.- acotó sacando de su bolsillo una cigarrera ofreciendo un habano a Tom, quien no aceptó la invitación.
Al ver que no conseguiría nada hablando con ese vaquero tozudo, el desconocido en cuestión, extrajo del interior de su saco una libreta, arrancó una página, la dobló por la mitad y la colocó en la silla del caballo a la vez que hablaba con claridad hacia Tom.
-"Cuando busques alcanzar las estrellas puede que no consigas ninguna, pero tampoco te llenarás de barro". - haciendo una pausa, el joven prosiguió antes de seguir su camino.- Si necesitas algo, no dudes en buscarme en la dirección que está en el papel. Eres joven camarada, “si la vida puede sacar lo peor de algunas personas, estoy seguro que también puede sacar lo mejor de otras”. No te rindas.
De esa manera, aquella persona molesta como lo llamó Tom, se fue dejándolo sorprendido junto al caballo con el papel doblado encima del animal.
*Fin del flashback*
Las palabras dichas por tal joven aquella tarde junto al lago, la visión que tenía de la vida, a pesar de ser casi de la misma edad, calaron huella en el apuesto chico, quien sintió que abría los ojos hacia una perspectiva de lo que quería en su futuro y sobre todo de poder ser capaz de darle a su padre una mejor vida.
Tom se dirigió esa mañana con dirección al campo con la convicción que aunque le tomasen unos años, trabajaría duro por la meta que se había propuesto.
No fue hasta la época de 1920, cuando coincidentemente volvió a encontrarse con aquel entrometido y descubrió que el nombre de aquel personaje molesto era nada más y nada menos que Leo Burnett (*), quien con los años sería conocido como el genio de la publicidad y con quien llegaría a ser muy buen amigo.
CONTINUARÁ......
(*) Leo Burnett. Publicista exitoso cuya famosa frase de alcanzar las estrellas impulsó su empresa que surgió en la época gran depresión 1935 y cuya visión se adoptó de manera global no solo en América sino en varios países a nivel mundial aún después de su muerte.
(*) Leo Burnett. Publicista exitoso cuya famosa frase de alcanzar las estrellas impulsó su empresa que surgió en la época gran depresión 1935 y cuya visión se adoptó de manera global no solo en América sino en varios países a nivel mundial aún después de su muerte.
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¡¡Hola, hola!!
Nuevamente por aquí hermosas.... Seguiremos describiendo las cualidades de la naturaleza del vaquero.
Los cowboys despreciaban la hipocresía y el ocultamiento de cualquier tipo, así como aprovecharse de cualquier situación que les suponía una ventaja, incluso aunque afectase a un enemigo. Por tanto siempre había que avisar antes de dar el primer golpe. No obstante, toda consideración se acababa si alguien estaba siendo acosado, maltratado o perseguido.
En el Oeste era peligroso preguntar a alguien por su pasado. Bastaba esa incorrección para tomar la medida de una persona. Y es que la consideración hacia los demás era un asunto central del código del vaquero. Por ejemplo, no se podía levantar polvo en las cercanías del chuckwagon, ni tampoco se podía despertar al compañero equivocado a la hora del cambio de guardia. El cowboy pasaba la mayor parte del tiempo al aire libre, pero raramente fumaba durante las cabalgadas, y especialmente al atravesar una comarca con mucho peligro de incendio.
Tampoco tenía intolerancia con los que estropeaban un árbol o una roca.
Destacaba por su paciente y resignada aceptación de una vida dura de trabajo y de privaciones , comparable solo con la vida de los marineros.
Empapado bajo la lluvia, o nieve el cowboy arriesgaba su vida en pos de salvaguardar los bienes de su patrón, pudiendo en una de esas situaciones salir lastimado y perder alguna parte de su cuerpo en el intento. Un incidente como ese era impensable, pero si perdía alguna extremidad o sufría alguna merma física, siempre que el ánimo no se perdiese, podía seguir desempañando, mal que bien, su único oficio.
A menos que encontrase "contaminado" con el excesivo contacto con el anglotejano, el vaquero miraba con desprecio los revólveres del "gringo", pues valoraba más la derrota del oponente con astucia y, si la pelea iba ser a muerte, la consideraba mas valiente y más limpia frente a frente y armados con armas blancas, látigos o cuerdas, pues aunque el revólver era más resolutivo, cualquier cobarde podía apretar el gatillo. Además el código de honor del cowboy, también preconizaba no disparar nunca por la espalda.
Empapado bajo la lluvia, o nieve el cowboy arriesgaba su vida en pos de salvaguardar los bienes de su patrón, pudiendo en una de esas situaciones salir lastimado y perder alguna parte de su cuerpo en el intento. Un incidente como ese era impensable, pero si perdía alguna extremidad o sufría alguna merma física, siempre que el ánimo no se perdiese, podía seguir desempañando, mal que bien, su único oficio.
A menos que encontrase "contaminado" con el excesivo contacto con el anglotejano, el vaquero miraba con desprecio los revólveres del "gringo", pues valoraba más la derrota del oponente con astucia y, si la pelea iba ser a muerte, la consideraba mas valiente y más limpia frente a frente y armados con armas blancas, látigos o cuerdas, pues aunque el revólver era más resolutivo, cualquier cobarde podía apretar el gatillo. Además el código de honor del cowboy, también preconizaba no disparar nunca por la espalda.
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Hermosas, hasta aquí otra partecita de los rasgos de nuestro querido vaquero. Espero haya sido de su agrado. Que tengan un buen día.
LizvetArdray- Bruja experimentada
- Cargo : MODERADORA Y COMITE DE BIENVENIDA.
Mensajes : 2252
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Localización : Suilvach - Highlands
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